EMIR GOMEZ FARAH









En el mundo líquido en el que vivimos, nuestra humanidad desvanece gradualmente. En este momento, sólo nos queda anhelo por calor humano. Este deseo se manifiesta poéticamente en el ‘terraine vague’. Son ruinas de un lugar que entró en desuso y reflejan un pasado prospero. Su deterioro se originó con el paso del tiempo, la economía, y la aceleración-lentitud de la ciudad. Arquitectura que se detiene en el tiempo, desfasada, trae consigo un imaginario, una esencia que no puede estar desprovista de Kronos.
Lo rugoso, es algo que al tacto se percibe con agudeza, ya que en su porosidad se almacenan fragmentos de historia y se forman recuerdos.
Estos fragmentos, sedimentos contenedores de sucesos, se expresan por juegos de oposición y a través del contraste, entre óxido y pulcritud, luz y oscuridad, entre materialidad e inmaterialidad que se expresa en las texturas, la funcionalidad y en el aura mismo del espacio-objeto.
Es un proyecto que está siempre en evolución y consta de una serie de fotografías y micro intervenciones donde prepondera lo liso y lo rugoso, desde una experiencia sensible y material.